El Cid, Bolívar y Castella en hombros, herido El Monaguillo
El Cid, oreja y oreja. Bolívar, dos orejas y palmas. Castella, saludo y dos orejas simbólicas.
Tres cornadas graves al Monaguillo. La Carolina gana el duelo ganadero.
Una corrida con todo, y de muy de alto voltaje, no dio tregua a un público que salió exhausto con los tres espadas a hombros. Un torero cogido a portagayola.
Tres banderilleros lesionados. El Monaguillo que hacia su despedida con tres cornadas, una muy grave.
Un indulto protestado y otro pedido y no concedido. Un toro de vuelta al ruedo, dos aplaudidos. Cuatro faenas de distinta carga emocional pero todas de ole, pasodoble y pelo.
Ernesto Gutiérrez y La Carolina, debemos reconocerlo, echaron hoy el mejor trapío del que parecen capaces. La cosa entre ellos iba en serio. Todos negros, por debajo de la media tonelada. En su encaste común (Murube-Santacoloma), el segundo hierro ha vertido gotas de sangre Domecq, no siempre identificables a lo largo de una temporada nacional signada por su falta de raza, de fiereza, de bravura. Para no hablar sino de los diecisiete toro que han desfilado con su divisa por este ruedo en los últimos ocho días digamos que de ellos apenas los tres de hoy (saquemos el devuelto), lograron convencer de verdad.
Sobre todo “Periodista” el tercero, un bravo de acometidas arrobadoras que desde su salida del toril, llevándose en los cachos a Luis Bolívar que lo esperaba de rodillas frente al portón, hasta que rodó sin puntilla buscando los medios, derrochó acometidas de una bravura sin dobleces, emocionó a todos, y le dio un poderoso aval a la faena.
Luis, tocado por dos lánguidas presentaciones anteriores vino a jugársela y tuvo la fortuna de que fuera con ese, pues eso le dio importancia a todo cuanto hizo. Ambos la tuvieron mejor dicho, pues las ansias mutuas chocaron de manera contundente llevando la plaza al climax.
Tras la cogida en la puerta de los sustos, cuatro verónicas y media embraguetadas y fieras. Breve puya de Vilora. Chicuelinas ceñidas de quite. Cogida de Santana en banderillas, y cite estatuario desde lo medios para dos cambios por la espalada y dos por el pecho. Tandas derechas en redondo y luego la zurda entabló una largo y rimado discurso natural que no tuvo refutación. La petición de indulto se hizo fuerte pero el palco resistió y el honorable volapié dejó la espada total en las péndolas fulminando al bravo. La locura. El sexto de Gutiérrez embotó con su sosería la faena y el pinchazo y el estoque en guardia la deslucieron impidiendo al paisano agrandar el triunfo.
El Cid, bordó con su proverbial temple una obra de pequeña belleza con el pastueño y blando primero. Todo bien, todo justo todo compuesto y estocada en la cruz para una oreja sin glosas. Con el cuarto, soso a morir parecía que no lograría el pasaje a la puerta grande, pero puso Manuel lo que el animal no tenía y transformó su clasicismo en una combatividad arrolladora enervando la gente y haciendo que se obviara la imperfecta colocación de la tizona para otorgarle la peluda.
Castella, con público a favor, como siempre, navegó a medio velamen con el flojo y descafeinado segundo de Gutiérrez, cuyos arrestos apenas le alcanzaron para voltear con aparato, dos veces seguidas a Jaime Mejía. Luego las tanditas cortas no conmovían por la falta de codicia, algo sí, el encimismo final, pero el pinchazo y la estocada pasada volvieron a enfriar el asunto.
El quinto salió y se paró, entonces lo cambiaron. Raro ¿No? Pero fue para bien pues el bis que recibió una ovacionada vara de Torres, fue de una obsesión indeclinable por los engaños que Sebastián le meció con desparpajo y desmayo levantando una faena circular que llegó a la noria. Pero la guachafita que se armó por y contra el indulto pareció desconcentrarlo pues con ella comenzaron a menudear enganches, trompicones y descolocaciones. Cuando nadie lo esperaba Usía tiró los tres pañuelos; indulto y dos simbólicas, dando paso a una protesta Con ¡Uuh! ¡Uuh! y coritos desobligantes, mientras el ganadero comentaba “ese toro no era de indulto”. Además era bizco astigordo, solo tomó una vara y escarbó.
Se despedía Rodrigo Arias “El Monaguillo” el banderillero que se le puso por delante a todos los toros que inmortalizaron a César Rincón, (por la mañana en el sorteo, habíamos hablado de eso él y yo) y fue cogido por el cuarto a la salida del que será el último par de su vida, el toro lo izó, lo bajó, lo tiró contra la barrera y allí le acribilló a discreción.
Mientras la procesión triunfal abandonaba el ruedo a él lo estaban operándolo en el hospital universitario de lesiones graves perineales y en los muslos. Así es esto.
FICHA DE LA CORRIDA
El Cid, oreja y oreja.
Bolívar, dos orejas y palmas.
Castella, saludo y dos orejas simbólicas.
Foto: Jorge Arturo Díaz / EL TIEMPO
Una emotiva corrida que echó la Feria arriba. Se espera que la de cierre deje
igual sabor.
Del mano a mano ganadero del sábado destacamos el desquite de la divisa
paisa que superó el lote
de lo de Ernesto Gutiérrez. Una corrida bien presentada que tuvo variado
comportamiento.
Lo mejor, el carolino lidiado por Luis Bolívar de nombre Periodista; cumplió
en todos los tercios
embistiendo con prontitud y fijeza. Bien aprovechado por el vallecaucano,
quien no venía bien en
la feria.
Magníficas las tandas de naturales y la gran estocada cuando el público
pedía el indulto; cortó las
dos orejas. Su segundo de Gutiérrez, no colaboró.
Discutidos fallos de usía Si había estado justa la presidencia ordenando
la muerte del toro Periodista, obró con excesiva largueza en otros
Embistió muy bien el de La Carolina, pero de los pocos que pidieron el
perdón fueron los del palco ganadero. También discutido lo de la
devolución del reemplazado por el anterior; los mansos suelen confundirce
su cambio.
El Cid no alcanzó a entusiasmar en su carolino de poca fuerza y sin
transmisión; le dieron oreja larguita.Estubo más entregado en el del hierro
manizalita que tenía una embestida muy corta El español porfio sacandole
más partido al toro del que insinuaba. En su condición de buen estoqueen
ador mató presto cortando el segundo apéndice.
Castella no había tenido suerte en su primero, pues el de Gutiérrez
llegó demasiado tardo a la muleta,tras larga lidia de capa en dos quites
y mucho trapo por los achuchones a subalternos.
El francés en el ya mencionado buen Periodista, ejecutó faena más de
enjundia que de arte, pero
muy variado llegó al público. Con las dos orejas simbólicas salió a hombros
en compañía de sus dos alternantes.
El Cid, Bolívar y Castella en hombros, herido El
Monaguillo
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